sábado, 7 de noviembre de 2009

Juventud, divino tesoro

Ayer por la noche di un pequeño mitin a otro grupo de alumnos, más o menos en estos términos:
La Constitución dice que todos los españoles tenemos derecho al trabajo y a una vivienda digna, pero viendo la evolución del desempleo en estos treinta años, no es verdad y parece que sólo tenemos derecho al pataleo.
La juventud actual es la que ha tenido más oportunidades para su formación educativa y profesional, pero debido al crecimiento tan escandalosamente especulativo de las tres últimas legislaturas, nos encontramos en una situación insostenible. La mayor parte de nuestros jóvenes ya no se puede emancipar si no se hipoteca para toda la vida o paga un alquiler mensual igual o superior al coste real de un viejo piso de mediados del siglo pasado; por eso os recomiendo que ocupéis las viviendas que tienen vacías los especuladores, pagando lo que se considere justo; pues no hay derecho ni se puede tolerar lo que está ocurriendo.
Como parece que sólo tenéis derecho a divertiros los fines de semana, durante los cuales se crean muchísimos puestos de trabajo, que ocupan mayoritariamente inmigrantes, cuando gobierne la derecha, los empresarios comenzarán a crear empleos precarios y poco remunerados, para teneros alienados como esclavos toda la vida y que no podáis levantar cabeza; la banca obligará a contrataros para poder hipotecaros hasta el final de vuestros días y aparentemente podáis ser felices; porque al menos os permitirán vivir, mal, pero vivir al fin y al cabo. Tal como van las cosas en Catalunya, la mayoría de vosotros ya os podéis ir olvidando de ser padres, sino tenéis ayuda de abuelos y familiares o no emigráis a países más avanzados que el nuestro.
Estoy harto de repetir que debéis reaccionar contra esta situación, pero para ello hay que ser como los franceses: tener cojones y no ser mamones.
Los políticos que tenemos actualmente son los más inútiles de la historia, porque aún teniendo el poder emanado de las urnas, están en manos de la banca y demás poderes fácticos, y aunque sepan cómo solucionar los problemas que ellos mismos han creado por falta de previsión, no les dejan; por eso debemos eliminarles y poner en su lugar a los más aptos, pero para ello tendría que haber una gran revolución y hoy por hoy es imposible.
¡Pobre juventud! Veo cómo actuáis cada día y aunque no me dais lástima, no quisiera verme en vuestro pellejo.
Al terminar la charla, algunos jóvenes quedaron preocupados por su futuro, pero hoy ya ni se acuerdan y están dándole al botellón, al porro, practicando el deporte del tiro al plato o planchando la oreja contra la almohada.

CONSTANTE

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