El ministro franquista de Información y Turismo, el mayor censor de las libertadas en aquella época, fue desterrado como embajador de España en Londres, de donde fue llamado para ejercer de padre de la Constitución, luego fundó Alianza Popular y perdió tres elecciones generales.
Como no podía vencer a Felipe González puso en su lugar al piquillo de oro Hernández Mancha, que fracasó antes de pasar por las urnas. Entonces propuso a Aznar, que fue el primero que había ganado las elecciones a los socialistas en Castilla-León, gracias a su denuncia oportunista e infundada contra Demetrio Madrid y Fraga se refugió en Galicia, como salvador de la patria de Breogán.
Recuerdo un congreso del Partido Popular en el que los delegados aclamaban a Herrero de Miñón, otro padre de la Constitución, pero era considerado demasiado conservador por Fraga, por eso optó por el triunfador Aznar, el que había escrito incluso artículos contra la Constitución cuando era estudiante universitario.
Aznar ganó en la tercera elección, gracias a los casos de corrupción de algún miembro del gobierno socialista, metió en vereda a todo el partido y propició las políticas que desgraciadamente nos han conducido al batacazo actual.
Como salvador “indiscutible” de la patria, dejó “dedocráticamente” en su lugar a un tontaina, con la idea de volver él al ataque, por la puerta grande como los toreros, en caso de necesidad. No se le ocurrió poner a nadie mejor, como por ejemplo Rato, el que pronto será Presidente de Caja Madrid, a pesar de haber abandonado su cargo de director del Fondo Monetario Internacional, porque con su olfato de lince veía venir el caos y soñaba con presidir el gobierno español, lo que le salió mal, por lo que hemos visto en los últimos meses.
Con tanta corrupción y tanta lucha por el poder últimamente, tenemos el siguiente laberinto pepero: Pimentel y Juan Costa abandonaron la lucha por el poder, porque no tenían nada que hacer, Esperanza, la más ambiciosa de todos ellos, quería poner a su segundo en Caja Madrid para poder manipularle y obtener también el poder económico, pero le salió el tiro por la culata y al final tuvo que aceptar a Rato, haciéndole un gran favor a Rajoy, quien quería quitare del medio a toda costa para que no peligre su cargo.
Descartado el impresentable modelo de los trajes, el listo Rato, la ambiciosa Esperanza y Gallardón, el mayor endeudador de Madrid de la historia, ya no es necesario que Rajoy de un puñetazo en la mesa mañana, no vaya a ser que se produzca un terremoto en el país y quede desintegrado. Todo quedará como siempre, en agua de borrajas o como el rosario de la aurora; Rajoy respirará tranquilo unos días hasta que le pongan otra zancadilla y tendremos que esperar un año o a la primavera del 2010 para hacer borrón y cuenta nueva con nuevas elecciones. ¡Qué suerte parea Zapatero poder contar en la oposición con un líder tan “enérgico” como él! Con razón le daba el visto bueno a Rato hace unos días; porque no es lo mismo enfrentarse a un inútil que a uno que le creen listo, aunque no lo sea tanto.
En caso de necesidad aún podrían recurrir al inmortal Fraga, que sigue chupando del bote en el Senado y quiere morir con las botas puestas como el Séptimo de Caballería. ¡Qué vergüenza! Cuando la patronal obliga a miles de trabajadores a jubilarse antes de los sesenta años, por sus propios intereses.
CONSTANTE
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