domingo, 8 de noviembre de 2009

Libertad con miseria

Hace veinte años que se desintegró el orden mundial inamovible desde la Segunda Guerra Mundial. En Europa se levantó el telón de acero y en Alemania cayó el muro, símbolo de la división entre dos mundos antagónicos, con lo que los habitantes del Este consiguieron con enormes sacrificios la libertad y la democracia.
Todo ocurrió precipitadamente por una confusión en una rueda de prensa, en la que se anunció que se permitía a los ciudadanos de RDA viajar al extranjero, incluyendo Berlín occidental y la RFA, sin requisitos especiales. Esta noticia significaba libertad de circulación y la población inundó los puestos de control de la RDA. La apertura de la frontera marcó el inicio de una nueva era para los alemanes orientales, después de veintiocho años de muro.
Hasta entonces el mundo estaba dividido en dos concepciones distintas: Comunismo y Capitalismo, Oriente y Occidente, control absoluto de los ciudadanos y libertad. Libertad, ¿para qué? Pues para que los ricos no sepan qué hacer con el maldito dinero y que cada año que pasa haya más pobres, a pesar de la democracia y de tantos avances científicos y tecnológicos.
Con la que está cayendo ahora, como los que tienen el poder económico no están dispuestos a cambiar este sistema también fracasado, ni a repartir la riqueza equitativamente, me temo que no se tardará mucho tiempo en soñar de nuevo con el Comunismo; pues con el Capitalismo no se vislumbra ninguna esperanza de igualdad a corto, medio ni largo plazo, sino todo lo contrario.
Fue una desgracia para el régimen comunista que sus ciudadanos no hayan disfrutado de libertad y que sus dirigentes hayan despilfarrado billones de rublos en parafernalias inútiles, explotación de sus recursos con tecnologías obsoletas, conquistas espaciales absurdas, burocracias paralizadoras y sobre todo con la irracional corrupción, que lo echó a perder.
Lástima que los líderes comunistas no hayan sabido convencer a los trabajadores del rumbo que deberían seguir para ser todos realmente iguales ante la ley, porque ya no sé qué es peor: si ser comunistas o ser esclavos del capitalismo salvaje toda la vida. El socialismo es algo intermedio, pero por lo visto hasta ahora, tampoco logra funcionar correctamente.
Es todo un dilema y mientras tanto, sólo les toca sufrir a los desgraciados, como siempre.

CONSTANTE

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