Desde que la navegación facilitó los desplazamientos, surcando y cruzando mares y océanos, las grandes potencias europeas conquistaron medio mundo, siendo las más importantes la Gran Bretaña, España y Portugal.
Allá donde fueron ingleses, españoles y portugueses, además de esquilmar casi todas sus riquezas, impusieron sus costumbres, sus lenguas y sus religiones. De todas las grandes potencias invasoras, España fue una de las primeras en caer en desgracia y ya hace casi tres siglos que pidió auxilio a los británicos, cediéndoles a cambio el Peñón de Gibraltar en el Tratado de Utrech. Desde entonces, los gobiernos de las distintas monarquías, de las dos repúblicas, de las dos dictaduras y de la democracia han reivindicado la soberanía de lo que denominaban espinita clavada; pero no hay nada que hacer. Tal como se dice: con la Iglesia hemos topado, lo mismo puede decirse de los británicos. Ellos sí son diferentes y respetados por todos los ciudadanos de la Coman Welth.
España, por el contrario, desde que perdió las últimas colonias a finales del siglo XIX, pasó al ostracismo y al aislamiento internacional y a finales de los 60 concedió la independencia a Guinea Ecuatorial, la última provincia que le quedaba en África, donde aún hablan castellano, a pesar de que les hayamos abandonado en manos de dictadores impresentables.
Lo paradójico de las lenguas impuestas da como resultado que los británicos no tengan que esforzarse para estudiar otros idiomas, porque todo el mundo trata de aprender y expresarse en el suyo propio. El español y el portugués también fueron impuestos en sus colonias y asumidos sin problemas por sus pueblos respectivos. Pero, ¿qué pasa en Gibraltar? ¿Por qué los gibraltareños no hablan inglés y sí andalú? Porque aunque se sientan orgullosos de pertenecer a la Gran Bretaña, los andaluces se sienten españoles y los españoles somos reacios a que nos impongan un idioma o cualquier otra cosa, por muy chulos que sean los británicos y aunque tengamos grandes tragaderas para casi todo lo demás.
Podíamos hablar latín o árabe, pero somos muy testarudos y como también queremos ser diferentes, hemos inventado uno, en el que hay un poco de todos los idiomas importantes antiguos; incluso del inglés, para más recochineo.
Diferentes de verdad son los británicos, por lo que acabo de explicar y por los tres detalles siguientes: Mirad que es fácil de entender el Sistema Métrico Decimal que rige en casi todo el mundo desde hace siglo y medio; pero ellos siguen con sus pulgadas, sus pies y sus medidas rarísimas. Por otra parte, su moneda: se sienten europeos, pero no abandonan su libra esterlina ni que les maten; aunque ya están al caer, ya lo verán. Y para colmo: instalan los volantes de los coches a la derecha y conducen por la izquierda.
Visto lo que hay, es inútil que la Oposición critique al Gobierno y al ministro Moratinos por su visita a Gibraltar, porque reivindicar la devolución del Peñón es una obligación de cada gobierno, pero al mismo tiempo es como hablar con las paredes o predicar en el desierto; sabiendo que es una manera más de perder el tiempo.
Es una incongruencia y una aberración que un estado miembro de la Unión Europea tenga una colonia enclavada en otro, por cuestión de orgullo y snobismo; pero los errores siempre se pagan y tendrían que saberlo ya nuestros gobernantes.
Lo que más me fastidia, entre otras cosas, es que el Peñón sea un gran paraíso fiscal sin control posible, donde se manejan miles de millones procedentes de actividades ilícitas y lugar de trapicheo para grandes buques petroleros que ponen en peligro la vida marina en la bahía de Algeciras.
CONSTANTE
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