jueves, 9 de julio de 2009

Le Tour de France

Gracias al Tour de Francia que nos visitó hoy, como el cometa Haley una vez en la vida, he tenido que ir a casa caminando, de lo contrario no podría salir de la urbanización en coche a la hora prevista para volver al trabajo por la única vía existente, la B500.
Al subir me cansé un poco, porque ya no estoy habituado a caminar y noté que voy para viejo. De todas formas, siempre practico mi teoría: Como no puedo perder tiempo descansando, procuro no cansarme y así lo aprovecho para recrearme con las aficiones que me gustan y me hacen disfrutar.
Cuando regresaba he visto toda la parafernalia de publicidad que precede al pelotón y los corredores me han dado un poco de lástima, aunque les admiro por las agallas que tienen. No comprendo cómo pueden machacar el cuerpo durante toda su juventud a cambio de unos momentos de gloria y no para todos. Tal vez lo hacen con la ilusión de ser famosos y ricos, pero me pregunto si vale la pena, especialmente en ciclismo, que es el deporte más duro y sacrificado de todos los que hay. ¿Cómo pueden aguantar tres semanas montados en el caballito metálico y durante tantas horas? Hay que estar loco de remate.
Otros dedican el tiempo a robar, a especular, a explotar y engañar a los trabajadores e incautos, porque quieren ser los más ricos del cementerio. Es el colmo de la incongruencia y me revienta que esos buitres carroñeros encima sean admirados por casi todo el mundo, si son una lacra inmunda para la sociedad.
Otros nos dedicamos a trabajar toda la vida, porque no valemos para otra cosa y al final no nos queda dinero ni para que nuestros familiares paguen a las mafias de las funerarias. Paradojas tristes de la vida.
Hay algo que no cuadra, cuando la mayoría del personal asegura que anda totalmente estresado, trabajando y trapicheando hasta que no aguanta más y dice que no tiene tiempo para nada, si no se ha forrado, algo falla.
En cambio, yo sólo aspiro a disfrutar de la vida para ser el más feliz del cementerio y aprecio incluso a los que me odian o me envidian, si es que alguien alberga esos sentimientos negativos hacia mí, algo que no me preocupa ni me quita el sueño. Lo que sí os puedo asegurar es que gracias a la “men sana in corpore sano” no he visitado un médico desde los catorce años y nunca he estado un día de baja en medio siglo, incluyendo los veintinueve como funcionario.
Cuidaos mucho, por favor, y haced más deporte, sobre todo en la cama. Ya sabéis que una vez al año, no hace daño; una vez al mes, poco es; una vez a la semana, es cosa sana y una vez al día, es una fantasía.

CONSTANTE

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