martes, 21 de julio de 2009

OT KK

Cuando he visto la televisión por primera vez en los años 60, creí que iba a ser un teleadicto, pero ha pasado casi medio siglo y cada vez la veo menos y la odio más, porque está contribuyendo al aborregamiento del país y eso no me gusta nada. También era un gran aficionado al cine y ahora ni una cosa ni la otra.
Hoy es la final de Operación Triunfo y no la veré, porque nunca soporté nada de ese programa: tanta publicidad, ni al impresentable presentador, ni el jurado, ni el público adolescente, ni los cantantes. Me da igual que gane Brenda Vaccaro, John Waine o Mario Moreno Cantinflas, si al final no saldrá nada de ellos, como le ocurrió a los participantes de las últimas ediciones.
Las televisiones deberían potenciar mucho más los programas musicales y no los concursos donde unos se forran con centenares de miles de llamadas y mensajes de jovencitos ingenuos. Esto no se debería tolerar, pero estamos en España y es lo que hay.
Se dice que la música amansa incluso a las fieras y nos dota de una gran sensibilidad. Los jóvenes que se dedican a la música, que hacen deporte o realizan otras actividades artísticas o culturales, son dignos de admiración, porque nunca causarán problemas a la sociedad.
Mientras dedican el tiempo a sus actividades lúdicas, no lo pierden aborregándose viendo el fútbol, con el botellón, con el alcohol, el tabaco o las drogas. ¿Cuándo se van a enterar nuestros gobernantes, que los jóvenes son el futuro y se les deben dar todas las oportunidades para que se eduquen y se formen, pero no permitir el lamentable libertinaje al que se ha llegado en los últimos años? Luego pasa lo que pasa con criajos que ya se creen hombres y no se les puede castigar.
Si una de las sucesivas violaciones o asesinatos que se cometen en este país la sufriese una niña o joven, hija de un miembro del Congreso o de la administración del Estado; entonces sí que reaccionarían enérgicamente y harían todo lo posible para endurecer las leyes y que no volvieran a ocurrir desgracias tan trágicas y espeluznantes. ¿Por qué no somos todos iguales ante la ley? Porque hay pobres y ricos, buenos y malvados. ¿Está claro?

CONSTANTE

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