domingo, 12 de abril de 2009

Las cosas como son

Ismael: Contesto aquí a tu pregunta por si a alguien más le interesa lo que pienso de Cela, algo que seguramente no encontraréis en las enciclopedias.
Prisciliano y Cela nacieron en Iria Flavia, barrio de Padrón, con dieciséis siglos de por medio y grandes diferencias personales e intelectuales. Prisciliano predicaba las primeras doctrinas de Cristo, las no contaminadas por sus sucesores y el amor libre y Cela acataba las doctrinas del Movimiento del "Generalísimo".
Cuando Pascual Duarte le presentó a Cela el manuscrito de su espeluznante historia, lo mecanografió y se lo publicaron, como no podía ser de otra manera, siendo un alto funcionario del régimen. Visto el éxito, esclavizó a su señora a ejercer de mecanógrafa de por vida, reescribiendo las mismas páginas decenas de veces a máquina; no como ahora que hasta un tonto puede escribir libros con un ordenador, como me dijeron a mí en más de una ocasión.
Publicó varias novelas más, como “La Colmena” con cerca de trescientos personajes, como para tomar nota de sus características; “Mazurca para dos muertos”, en la que copió el estilo de García Márquez en “Crónica de una muerte anunciada” o en “Hojarasca”, donde cuenta los acontecimientos varias veces, desde distintos puntos de vista; en “Cristo versus Arizona” sólo utilizó la coma como signo de puntuación, por lo que es un libro de un solo párrafo y en cuanto a “Viaje a la Alcarria” prefiero los viajes de Espinàs en Català.
Cela tuvo mucha suerte, porque a principios de los 80, el nuevo Gobierno catalán comenzó a presionar en Estocolmo para que otorgaran el Premio Nóbel a un español, pensando en Salvador Espriu, como el maravilloso Gaudí de las letras catalanas. En Estocolmo no entendieron el mensaje, pensaron en el literato más españolista, tal vez recomendado desde Madrid y pasó lo que pasó, alcanzando Cela la gloria sin merecerla.
También fue Premio Cervantes y académico de la lengua, aportando al diccionario tres palabras impresionantes que pasaron a la historia: cojones, carajo y coño. En aquella época, hacía de tertuliano y anunció a bombo y platillo que iba a escribir la obra cumbre de la literatura española, “Madera de Boj”, sobre los barcos y la pesca en la Costa da Morte. Durante unos años, los periodistas de todos los medios de comunicación importantes del país le iban lamiendo el trasero y le reclamaban la novela más anunciada de la historia antes de ser escrita. Me fui enterando de todo esto por la letra pequeña de los periódicos gratuitos de Barcelona. Pero al despreciar Cela a su esclava mecanógrafa, cambiándola por otra más joven, recuerdo que ella dijo estar enamorada del poeta Caballero Bonal, y como el libro no se terminaba ni por arte de magia, al final, la Editorial Planeta le ofreció una novela para reescribirla con su estilo y darle su valioso premio de 1994. Así lo hizo, pero no le dio tiempo a rectificar casi nada y lo registró en la oficina de la Propiedad Intelectual en el mes de octubre. Recibió el premio y destinó la cuantía del mismo a una fundación. ¡Faltaría más! Curiosamente aquel año vendió más libros Ángeles Caso de "El peso de las sombras" como finalista, que él con “La cruz de San Andrés”. Prácticamente sólo le cambió el título, pues los personajes tenían los mismos nombres y vivían las mismas peripecias en la misma época y lugar de Galicia. Quina casualitat!
Cuando la verdadera autora del libro, Carmen Formoso, una paisana, maestra, fue a comprar el libro de su admirado Camilo, se encontró con su novela “Carmen, Carmela, Carmiña” plagiada casi al cien por cien. Ella la había registrado en la Propiedad Intelectual en abril y la había presentado al Premio Planeta. ¿Cómo le habrá quedado el cuerpo? ¿Os imagináis su cara? ¡Qué país!
Un hijo de la autora, abogado, puso una querella a Cela en Galicia, pero no se la admitieron a trámite, porque la editorial es de Barcelona. Aquí sí se la admitieron y cuando el genio de la literatura tuvo que presentarse en el juzgado la segunda vez que le citaron, porque la primera pasó olímpicamente, recuerdo como le agobiaban los periodistas, preguntándole si había plagiado el libro, a lo que les contestó con su descarada impertinencia: “Eso son falacias”. Sólo había cambiado algunas frases o citas a su estilo, porque no tuvo tiempo suficiente para más. Si eso no es plagio, como suele decirse, que venga Dios y lo vea.
Poco después, por fin, el gran artista de las letras publicó “Madera de Boj”, del que dijo que aquello era literatura y lo demás son subgéneros.
Pero para desgracia de los españolitos que nos gusta saber la verdad de todo lo que ocurre, no lo que nos cuentan como si fuésemos imbéciles, falleció y nos hemos quedado con las ganas de ver desprestigiado al monumento a la desFACHAtez, como el que colocaron delante de su fundación en Iria. Cela era un personaje atípico, admirado por unos y detestado por otros, como casi todo en una España dividida casi al cincuenta por ciento: mujeres y hombres, izquierda y derecha, pobres y ricos, buenos y malos, tontos y listos y un largo etcétera.
Esto es lo que hay amigo Isma. Abre los ojos, por favor, no te resignes, estudia mucho y sigue leyendo tus cincuenta libros al año para estar alerta, que una cosa es la España oficial que nos quieren vender y otra muy distinta la real. Do you understand?

CONSTANTE

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